ARTE EN EL VESTIR
El fin que persigue el arte en el vestir es la elegancia. Pero la elegancia es casi una condición innata, inadquirible. No está en la maestría del sastre que nos viste; está en nosotros. Está en la conformación de nuestro cuerpo; en los movimientos; en la largura o cortedad de los miembros; en el modo de andar, de saludar, de levantarse.
Un hombre o una mujer que tenga ricas ropas y vista con atuendo puede no ser elegante; puede en cambio serlo un pobre arruinado hidalgo de pueblo envuelto en su zamarra y en su capa.
Una persona verdaderamente elegante será aquella que vaya vestida como todo el mundo y que, a pesar de esto, tenga un sello especial, algo que es de ella y no de nadie.No ponga en su persona más que lo necesario, pero que lo necesario sea de lo mejor: así el paño de los trajes, el lienzo de las camisas, el sombrero, los guantes, el calzado en el caso de los hombres. Si el vestido fuera negro o de color muy oscuro, matice y palie la impresión de severidad con una cadena de oro, delgada, breve, sin dijes, en alongados eslabones.
El calzado merece mención especial; por él se conocen los hábitos y carácter de la persona; un excelente y elegante calzado realza toda la indumentaria. Tenga abnegación bastante para desechar un calzado que está todavía en buen uso. Digo abnegación, no mirando a la economía, sino pensando en que nada hay más cómodo y dulce que un calzado que se ha familiarizado ya con nuestro pie.
Presento una serie de modelos elegantes que puedes escoger para cualquier ocasión, de acuerdo a tu estilo, tu forma de cuerpo etc.